martes, 7 de agosto de 2012

La llorona


Sentado frente  a la compu y extrañando narrar algo, me quede anonadado por lo mucho que extrañaba tener esta sensación de querer escribir algo y fue así que recordé aquella vieja historia de mi ya lejana infancia.
La historia en cuestión es la de “la llorona”, un ser mitológico urbano  con el cual nos atemorizaban para que no saliésemos en las horas de la siesta. Sin embargo el pánico que generaba era descomunal entre nosotros y muchas veces el reto de permanecer muchas horas jugando en las calles solitarias de mi viejo barrio, era espectacular. Poder vanagloriarse de que había estado solo jugando largas horas a la siesta, adelante de mis amigos y de alguna que otra vecinita que rondaba al grupete era incomparable, casi casi como  los 7 segundos del clímax.
Hermosa retrospectiva la que se logra con los años y cuantas veces  escuchamos la famosa y trillada frase: "todo tiempo pasado fue mejor".
Yo no sé sinceramente si fue mejor, pero sí que lo pudimos vivir mejor. La inocencia que tuvimos, la libertad con la cual vivíamos. Recuerdo irme, en tiempo de vacaciones, a las 9 o 10 de la mañana y volver tipo 13, comer y rajar a la calle de nuevo por horas, siempre pocas para nosotros y eternas para nuestros padres. Estar jugando con amigos todo el día sin que nos preocupe quien nos va a robar las bicicletas, las zapatillas o peor aún, que nuestros padres se preocupen si nos van a raptar o algún pedófilo se va a abusar de algún niño o hijo.
Se me pone la “piel de gallina” de solo pensar que parte de la tecnología tiene la culpa de que los niños actuales no sepan jugar ni siquiera “a hacer barro” pero más la culpa la tiene el miedo que tenemos por la situación actual de inseguridad y por el miedo que nos meten al ver noticieros donde lo único que hacen es contarnos nuevos métodos de robos, secuestros o asesinatos. Es nuestra nueva “la llorona”.
La vieja y mítica de mi infancia, era una mujer despechada que había tenido un matrimonio poco feliz y un grave accidente donde había perdido a su hijo o sus hijos (no recuerdo bien) y por ello salía a la siesta a rondar por los barrios a robar niños que estuviesen solos para llevárselos y tenerlos en su casa como si fuesen propios para nunca más devolverlos.
Pero la nueva “la llorona”, hace que nuestros niños no puedan jugar en una plaza sin la presencia de algún adulto que los cuide, ¿A dónde van a ir a parar estos nuevos críos?. Me parece feo que crezcan bajo la tutela de alguien siempre. Creo firmemente que soy parte de algo que ya no volverá, la libertad de poder conocer a alguien en cualquier lugar y hacerme amigo al toque por el solo hecho de ser niño.
Largas horas de estar sentado en una vereda con el único fin de contemplar “cómo crece el césped o se seca la pintura”.
Ya de por si la tecnología hace que nos separemos y nos volvamos fríos e insensibles, vamos camino a “1984” indefectiblemente.
¡Que exagerado!, me dirá alguno, pero lo reto a que lea la novela y que observe el comportamiento general al que tendemos y al Gran Hermano que siempre nos vigila.
Nuestra nueva “la llorona”, no nos deja salir a la siesta pero tampoco en cualquier horario y lo peor aún, a nuestros hijos tampoco.
Lo lamento por los que vendrán, porque ni siquiera sabrán que es “la llorona”. No por el fin o el mito, sino por tener la inocencia de creer en algo incomprobable, ahora todo se googlea y si no está en google por lo menos tiene que estar en Wikipedia.
¿Viste que un día de lluvia hace que fluyan recuerdos?
¿Qué van a contar los pendejos cuando sean viejos?. Si es que hay un mundo aun…
Van a contar de cuando se les trabo el “tuit” con el “aifon” o cuando conocieron a fulanito o menganito a través de “feizbuq” o “mai espeis”. Que jugaron ”zombies y plantas” on-line con alguien de Japón.
Todo tiempo pasado fue mejor… NO SE.
Pero que la pasamos lindo, seguro.